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lunes, 13 de agosto de 2012
EL ABRAZO
En algunas culturas está mal visto, no es cómodo para algunos demostrar sensibilidad, pero está comprobado que el contacto físico tiene poderes curativos y amplía nuestro bienestar emocional.
Cuando nos tocamos y nos abrazamos con espíritu solidario y alegre, llevamos vida a nuestros sentidos y reafirmamos la confianza en nuestros propios sentimientos.
También es una forma de expresar los sentimientos más allá de las palabras; ese es el idioma universal de los abrazos.
No sólo debemos utilizar el lenguaje, también debemos utilizar la sabiduría intuitiva, sin palabras y escuchar con el corazón; así percibiremos el significado más profundo del misterio al que llamamos amor.
Los abrazos, además de hacernos sentir bien, se emplean para aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad; provocan alteraciones fisiológicas positivas en quien toca y en quien es tocado.
Acrecienta la voluntad de vivir a los enfermos; es de todos bien sabido que cuatro abrazos al día son necesarios para sobrevivir, ocho para mantenerse y doce para crecer como personas.
Existen diferentes tipos de abrazos, pero el más importante es el abraza de corazón; intenso, cálido, brota directamente del corazón; surge en cualquier momento para saludar, recordar fechas especiales, expresar alegría; ofrece ternura y amor incondicional.
¿Qué nos brinda un abrazo?
Seguridad: No importa cuál sea nuestra edad ni nuestra posición en la vida, todos necesitamos sentirnos seguros, si no lo conseguimos actuamos de forma ineficiente y nuestras relaciones interpersonales declinan.
Protección: El sentirnos protegidos es importante para todos, pero lo es más para los niños y los ancianos quienes dependen del amor de quienes los rodean.
Confianza: La obtendremos de la sensación de seguridad y protección que recibimos; la confianza nos puede hacer avanzar cuando el miedo se impone a nuestro deseo de participar con entusiasmo en algún desafío de la vida.
Fortaleza: Quizá pensamos que la fortaleza es una energía desarrollada gracias a la decisión de un individuo, pero siempre podemos transmitir nuestra fuerza interior convirtiéndola en un don para el prójimo, para confirmar y aumentar la energía ajena; cuando transferimos nuestra energía con un abrazo, aumentan nuestras propias fuerzas.
Sanación: Nuestra fortaleza se convierte en poderosa energía curativa cuando la transmitimos por medio de un abrazo; el contacto físico y el abrazo imparten una energía vital capaz de sanar o aliviar dolencias menores.
Autovaloración: El reconocimiento de que valemos es la base de toda satisfacción y de todo éxito en nuestra vida; mediante el abrazo podemos transmitir el mensaje de reconocimiento al valor y excelencia de todo individuo.
Artículo Por: Silvia Martínez Pantoja
Imagen: "Maternidad" Gustav Klimnt
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